Presumiendo de fachada

Belén F. Escribano Belén F. Escribano
Casa Coral, Gerardo ars arquitectura Gerardo ars arquitectura Moderne huizen
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Más allá de esa filosofía de vida que nos insta a no juzgar nunca un libro por su portada, es inevitable que ésta nos atrape a primera vista o nos repela de forma irremediable. Todos caemos en el juego de entrar aleatoriamente en un restaurante o en otro dependiendo de la pinta que tenga, nos fijamos más en un coche de aspecto brillante y nuevo, que en uno viejo y destartalado. Y muchas veces vamos al cine a ciegas, y entramos a una película por lo que el cartel nos cuenta. En el caso de las casas, no funciona de forma distinta. Las fachadas se visten de largo y cada vez más, nos muestran sus encantos, incluso mucho antes de descubrir el interior.

Las claves más rústicas

En entornos rurales el encanto de las fachadas reside en cómo el paso de los años y la naturaleza han convivido junto a viviendas de piedra y techos de teja, dándole a cada una personalidades distintas. Este tipo de viviendas encuentran en los balcones con plantas e incluso en las enredaderas y los jardines colindantes un buen arma de ornamentación muy acorde con el estilo y muy natural. 

La portada más bonita

Las hay de todas las formas y colores, más rebeldes y más simplistas. Pero en la variedad está el gusto y con cada fachada descubrimos un estilo de vida, un diseño y, cómo no, un poco de la personalidad de quienes se ocultan tras ella. Moldear el exterior es tan importante como revestir los interiores, y con un buen diseño podemos presumir de vivienda aunque quienes la observen nunca descubran los secretos que en ella se ocultan.

Fachadas con historia

Hay fachadas que nos remiten a un estilo y otras que directamente nos transportan a un escenario que nos resulta familiar. Por ejemplo, en el caso de la vivienda de la imagen, bien podríamos imaginarnos a Hugh Grant abriéndonos la puerta en lo que parece una vivienda recién salida de una comedia británica. Este tipo de fachadas – como sucede con las casas americanas de estilo colonial – poblan los barrios residenciales. Convirtiéndolos en un icono tanto del cine como de los turistas que se acercan hasta ellos sólo para imaginarse dentro de una película.

Muros de cristal

Pero al hablar de fachadas nuestro imaginario se llena de muros y ladrillo, lo que no tiene por qué ceñirse a la realidad de muchas de las viviendas que se construyen actualmente. Las transparencias no sólo han conquistado las pasarelas, sino que también llegan a nuestro hogar y – aún a riesgo de la total falta de intimidad- una fachada enteramente de cristal puede ser posible. Arriesgada y rompedora, da el aspecto de encontrarnos frente a una casa de muñecas sin fachada, donde podemos observar toda la vida interior desde los jardines sintiéndonos auténticos voyeur.

Formas cubistas

Y de la vista frontal de paredes lisas pasamos a perspectivas imposibles que parecen retar a la mísmisima gravedad. Porque una fachada no  tiene por qué parecerse a la idea convencional que tenemos de la misma. Y más allá de una pared poblada por un ejército de ventanas, hay viviendas que reclaman el derecho de que cada estancia de la casa cubra unas necesidades y por lo tanto tenga una forma -reflejada en el exterior- completamente independiente a todas las demás. En esa línea, el organicismo del diseño que vemos en la imagen sigue esa proclama de que la funcionalidad interior, salga casi a golpes hacia el exterior dando pie a unas formas a las que no estamos acostumbrados. 

Mucho más que muros

El entorno puede hacer mucho a la hora de escoger el diseño que queremos para nuestra casa. Por ello hay fachadas que son más una llamada de atención a la vivacidad que cualquier otra cosa. Este diseño con una fachada en piedra y aire rústico, utiliza precisamente el colorido impreso en sus paredes para combatir el gris de entornos tan fríos como ese en el que se encuentra. Una técnica muy utilizada en zonas de paisaje más sobrio donde el colorido de las casas ha aportado el toque de alegría.

Una explosión de color

Y de los colores más rústicos pasamos a los más actuales con esta fachada que incluso podría tildarse de post-modernista. Empezando por la puerta del garaje y la valla que, pese a dar mayor privacidad, dejan adivinar qué hay al otro lado y que además juega a combinar formas y colores con la propia vivienda de tonos flúor. Una evidencia de que no sólo podemos arriesgarnos con los colores en el interior sino también de puertas para afuera.

Amantes de la nostalgia

Y pese al auge de las vanguardias, los clásicos siempre guardan su encanto y cierto toque nostálgico al que no podemos negarnos. Fachadas de vidrieras, tonos claros y estrechas terrazas que automáticamente invitan a imaginarnos viviendas de techos altos, lámparas en forma de araña y parquét tan brillante que puede mostrar nuestro reflejo a lo largo del suelo.

Todos a bordo

Y si antes hablábamos de una fachada donde las habitaciones parecían salir para afuera, volvemos con otra que si bien es -a su manera- homogénea, también rompe con el formato clásico de pared vertical lisa repartida en balcones y ventanas. Como si de un barco se tratara, los balcones curvados empiezan a reinar en urbanizaciones de diseño moderno, dándole un toque completamente futurista. En el caso de la vivienda de la imagen, entre el reflejo azul del cristal, la barandilla metálica y el tono blanco, efectivamente simula el aspecto de un barco de crucero que irrumpe de forma muy original contra el resto de diseños de la zona. Sin duda una idea arriesgada, pero resultona.

Más allá del clásico

Porque el ladrillo ha llegado a reinar tanto en el entorno que se ha convertido en algo monótono y aburrido. Que es hora de empezar a reparar también en el continente de nuestra vivienda y no sólo centrarnos en la ornamentación del contenido. Debemos dejar atrás el convencionalismo y empezar a arriesgarnos con nuestras viviendas desde el primer ladrillo para que los barrios dejen de parecer colonias de hormigas y empiecen a imprimir su propia personalidad.

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